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viernes, 16 de octubre de 2020

La Aduana de Carúpano. Año 1867

 

 

Una ciudad portuaria, marinera y pescadora lleva una vida que se desenvuelve alrededor de navíos, gaviotas, sus galpones, almacenes o bodegas como las quieran llamar de donde emanan olores a cacao, café o madera, las oficinas de los comercios, los agentes navieros las aduanas y claro su muelle.

     Los caleteros, carpinteros, marineros, pescadores, campesinos, funcionarios y mandaderos, los militares y los curas todos forman parte de la vida de una ciudad de los siglos XIX y XX como la nuestra. Unos ciudadanos bien vestidos y otros con muy pocas prendas, en las calles, en las casas comerciales, oficinas y botiquines se oyen varios idiomas, pequeñas y enormes ventas se tranzan con facilidad en cualquier plaza, desde la venta de un guarapo de papelón hasta grandes cantidades de fanegas de cacao y café, olorosos granos.

    Algunos políticos conspiran contra el gobierno y el régimen lo hace contra ellos. Una pausa en la conversación y un mozo lanza un piropo, el viento eterno atrevido quiere levantar una falda y unas manos delgadas y blancas terminan con el intento de mirar más allá de las pantorrillas, entre graznidos de gaviotas y grotescos silbidos de marineros caminan las mujeres desconcentrando a los hombres de sus sueños de grandeza.

    Por otro lado, la buena marcha de las actividades comerciales conduce a los empresarios a organizarse y crear cámaras de comercio, la nuestra es una de las primeras en Venezuela. Los ciudadanos extranjeros que llegaron ayer humildes en una época eran en pocos años de duro batallar apreciados y respetados señores, en su mayoría corsos, también habían españoles, italianos algunos ingleses y alemanes venidos sobre todo para la de la explotación de las minas de azufre de El Pilar.

    Un privilegiado lugar poseían los funcionarios de la Hacienda Pública,  una de las instituciones de mayor jerarquía de esos siglos era la aduana, Puerto Cabello, La Guaira y Carúpano figuraban en ese tiempo entre las principales, formar parte de ese estamento burocrático daba a sus empleados un aire de importancia bien merecido. Estos empleos tenían una alta carga de responsabilidad política que podía ejercer por medio de todo tipo de represalias para aquellos que disentían del gobierno, veamos el siguiente asunto. Por razones de privacidad obviaremos los nombres y apellidos de las familias víctimas de estas venganzas.

    En 1867 bajo el mandato de Juan Crisóstomo Falcón se presentó un supuesto caso de contrabando:

 “…teniendo como contraventores a los señores…  y …  y Compañía los cuales deben satisfacer al erario nacional los derechos de arancel de dicho cargamento y 400 pesos sencillos (320 venezolanos) de multa por los dos bultos que aparecieron mercancías ocultas en falsos según el artículo…que además deben satisfacer las costas procesales y consignar el papel sellado equivalente al común invertido para inutilizarlo en el expediente y que se hallan exentos de toda responsabilidad la goleta “Nueva Amalia” y su capitán Juan Montaño“ (p. 53)

    Los involucrados finalmente apelaron a la multa disminuyendo el monto significativamente, aunque ante el entramado judicial de la época y por los conflictos políticos y militares no consiguieron demostrar plenamente la inocencia de la que eran dueños. Muchos ciudadanos corrieron con menos suerte y terminaron presos en las cárceles de Caracas y Puerto Cabello por los largos años o hasta la muerte.

    Otro punto que refuerza la importancia de nuestra aduana es la siguiente y en la cual se explica hasta donde abarca el resguardo y jurisdicción de las actividades administrativas de la misma por medio del Código de Hacienda de la época 1873 y bajo la égida de Antonio Guzmán Blanco.

    El primer resguardo abarcaba a partir del Morro de Chacopata con toda la costa y los islotes inmediatos hasta el promontorio de Paria dividido en los resguardos siguientes: Saucedo que vigilara comenzando en el Morro de Chacopata llegando a la punta occidental de la bahía de Saucedo. El de nuestra ciudad estaba enmarcado a partir de la cumbre occidental de la ensenada de Saucedo a la punta de la rada de Carúpano y el último que comenzaba en Río Caribe desde la ensenada de Carúpano y llegaba al peñón de Paria.

    El personal para llevar a cabo la extensa labor de esta aduana consistía en un comandante, 5 cabos, 17 celadores, 4 patrones distribuidos en los distintos puntos de resguardo. Su tarea como podemos imaginar pasaba de lo administrativo a lo político, cualquier movimiento extraño era reportado al jefe de la aduana y de ahí a los centros políticos.   

    Desde el punto de vista de la movilidad económica es indudable que el puerto con su aduana fue siempre un lugar de encuentro entre las juntas de fomento comerciales para lograr el mantenimiento, ampliación del muelle y sus instalaciones además de la construcción de obras que servirían de apoyo al servicio portuario como vimos anteriormente en otra entrada llamada “El faro del puerto de Carúpano. Año 1863”.

    La brisa del mar en la tarde, su intenso calor al mediodía y la bruma salitrosa de sus olas cubren con su manto esta región, el paisaje marino esa acuarela en movimiento de barcos y pasajeros embarcando, desembarcando, acarreando y almacenando. Nada escapaba al ojo avizor de los empleados aduaneros los cuales revisaban hasta la contratación del servicio de una canoa, los funcionarios de la aduana intentaban controlar todo.

     Por cierto nuestro paisano el historiador Bartolomé Tavera Acosta fue segundo oficial de la Aduana en 1887, hijo de Juan Bautista Tavera ciudadano francés que lucho en la guerra federal bajo el mando del general José Eusebio Acosta (otro carupanero) del que hemos leído en una reseña  titulada, “Combates en la calles. Cuartel General de Carúpano, 25 de junio de 1871” publicado el 11 de octubre.

    Hasta aquí el artículo de hoy, gracias por seguirme espero sus comentarios.

Acuerdos y sentencias de la alta corte federal. Compilados de orden del ilustre americano, General. Guzmán Blanco, Presidente de la Republica 1875. Caracas Imprenta Federal. Esquina de La Torre 1875.

 


 

 

   

martes, 13 de octubre de 2020

Estatua de Cristóbal Colon inaugurada el 10 de junio de 1894

 

 

 

 

A finales de la década de los setenta egrese como bachiller del “Liceo Simón Rodríguez” a esta histórica institución  le pasa  por el frente la marinera calle Güiria que se desliza desde el mar Caribe, en el sector conocido como Guayacán de los Pescadores y atraviesa la ciudad hasta besarse perpendicularmente con el Cerro  El Calvario,  montaña muda y testigo de las luchas violentas del siglo XIX y XX, refrendaría ejemplar de lo que ocurre y ocurrió en el centro de esta ciudad marinera cruzándose al final con calle el Calvario. Calle Güiria toca suavemente la Iglesia Santa Catalina de Siena, por su lado norte igual lo hace con la Plaza Colon ubicada al frente.

    Parte de mi formación escolar la obtuve en un colosal colegio que lleva por nombre “Grupo Escolar Republica de Haití”, su fachada principal da hacia la Av. “Independencia” la cual pasa también por la plaza Colon. Buscando en mi memoria recordé que los dos primeros grados los estudie en el “Colegio San José” o “Escuela de las Chuchas” ubicado en las esquinas de calle “Las Margaritas” con calle “Carabobo”, esta última separa la Plaza Colon de la Iglesia Santa Catalina. La educación, no solo la mía, transcurrían más o menos así, con esta ubicación geográfica para casi todos los jóvenes de la época.

     Las iglesias históricamente  constituyen en el centro cívico, cultural, comercial y político de las ciudades. Carúpano posee dos, ya nombre una, la otra es “Santa Rosa de Lima”, elevada a basílica menor hace pocos años. Al frente de la Iglesia “Santa Catalina” se ubica la plaza del mismo nombre donde la sociedad colombina decidió con todos los permisos del gobierno de la época la colocación de una estatua que representaría al  almirante Cristóbal Colon, como homenaje a uno de sus connacionales Corsos,  ellos  afirmaban que el navegante había nacido en Córcega, como lo señala el historiador, Carlos Viso en su artículo titulado: “Porque una estatua de Colon en Carúpano”, publicado en el Diario de Sucre el 4 de noviembre de 2007 y donde señala:

” En Córcega existe una arraigada tradición de que Cristóbal Colon era nativo de esta isla Mediterránea puntualizándose la ciudad de Calvi como el lugar preciso de su nacimiento. Esta creencia fue reforzada con la firma de un decreto de fecha 6 agosto de 1882 por parte del presidente de la Republica de Francia Mr. Jules Grevy aprobando la construcción de una estatua “Del Almirante”…” en verdad en Calvi solo se termino colocando una placa donde consideran los corsos que nació Colon” (p. 116)

    

    Sin embargo, en Carúpano si pudo concretarse la instalación de una estatua que termino siendo encargada a Leopoldo Morice creador también del “Monumento a la Republica” ubicado en la plaza del mismo nombre en Paris, Francia. El autor fue condecorado con el busto al libertador en su cuarta clase, como fue  reseñado por el periódico “La Mariposa”, de Carúpano el 8 de abril de 1893.

    Esta estatua mandada a construir por los corsos representaba para ellos la más grande manifestación de amor por la ciudad, la región y el país que ellos tomaron como segunda patria, desde ese momento la plaza se llamaría como hasta el sol de hoy Plaza Colon.  

     Cristóbal Colon instalado con sus dos metros y medio de alto  en bronce pulido sobre un pedestal de mármol inaugurado ya formalmente el 10 de junio de 1894 a las 4 p.m como lo señala el diario “El Memorándum “en su número 14 de ese año, el Presbítero José Antonio Ramos Martínez (autor de Hechos Notables de Carúpano. Tip. Emp. El Cojo. Caracas, 1911)  tío del poeta José Antonio Ramos Sucre que vivió en esta ciudad, fue el encargado del discurso de orden, desde ese momento ha sido el navegante testigo mudo, silente y permanente de: terremotos, ciclones, del paso del tranvía por su lado el Sr. Domingo Pieri propietario en ese momento  del tranvía puso a la orden los vagones para su traslado, situación que no sé si se terminó llevando a cabo.

     Marineros y sus amadas esposas caminaron por  sus calzadas (primero eran de barro)  y aceras. Humildes transeúntes y estudiantes alborozados gritamos y bailamos en los carnavales, cuyos desfiles transcurrían por la plaza, por calle larga, como también la llamaban antes de bautizarla “Independencia”.

    Desde el barrio de “Tío Pedro” en el puerto desfilábamos con veinte, treinta comparsas, acompañados de Humberto Angrisano descendiente de corsos y principal, artífice de la proyección y fundador de los carnavales internacionales, nuestro amigo Toribio “Billo”  Hernández con sus diversiones, los gigantes muñecos cabezones y siempre al frente alguien levantando el cableado, para que no lo rompieran, las carrozas de las colonias europeas, españoles, italianos, árabes. Los steel bands trinitarios, el cacharrito y las candidatas, el hombre orquesta, Augusto Da Silva, el portugués apodado luego “el eléctrico”, las pequeñas orquestas móviles apodadas “sudabolas” a fuerza de maracas, cuatro, violín y acordeón sonaban y la gente bailaba alegremente, tantos personajes. Todos absolutamente todos pasaban por la Plaza Colon.

    Los generales José E Acosta, Nicolás Rolando, los hermanos Ducharne,  Juan V. Gómez y Cipriano Castro todos sus hombres dispararon y cuando emboscaron o fueron emboscados Colon los vio y callo. En los momentos en que los  jóvenes revolucionarios carupaneros repartían volantes, pegaban afiches y gritaban “Libertad” fue siempre la Plaza Colon un lugar de reunión de vanguardia y retaguardia, de citas de amor, de políticos. En  el carupanazo los aviones lanzando panfletos, pidiendo la rendición de la ciudad y disparando sus proyectiles estos rasgaron el aire de la plaza alborotando palomas y todo tipo de aves.

    Mientras los fotógrafos se ubicaban en una esquina de la iglesia con sus cámaras sostenidas en trípodes con sus telas oscuras por encima de sus cabezas hacían fotos en la plaza y beodos entraban y salían al Bar El Volante y el Roma. Tomabas el taxi de la Línea Colon, siempre estaban prestos los choferes a llevarnos  o buscarnos a dónde Ud. lo solicitara.

     El que podía comprar un automóvil Ford (Galaxie, Falcón) se paraba en la esquina perpendicular al  Banco Unión y observaba su futuro carro, nosotros humildes caminantes nos sorprendíamos con la belleza de aquellos modelos, si miran con detenimiento todavía está el aviso vertical donde se observa en tenues letras rojas la palabra Ford. Más adelante en otra esquina de las  que rodean a la plaza estaba la oficina de la línea aérea Aeropostal.

    Los primeros buses que venían y salían de Carúpano para Caracas también tenían como terminal los alrededores de la plaza.

   Cuando un carupanero da algo por cierto dice” hay sí, Colon”. Para nosotros eternamente la plaza se llamara Colon.

   Gracias por leerme, espero sus comentarios.

Bibliografia.

 

Martell A. (2008). Sucre fascinante. Centro Unesco Amigos de la Herencia Cultural del Estado Sucre.

 


 

domingo, 11 de octubre de 2020

Combates en las calles. Cuartel General de Carúpano, 25 de junio 1871

 

Cuando se presenta la oportunidad de conversar sobre los hechos ocurridos en nuestra ciudad y surge el tema de las guerras civiles, conquista, colonia o independencia pocos conocen cuantos combates se dieron en nuestras veredas, lomas y litorales del puerto o cercanas a Carúpano. Los cerros; El Calvario, El Fortín, La Vigía. Las calles; De La Independencia, Carabobo. Las playas; El Muelle, Tío Pedro, Playa Grande y muchos otros lugares.

    En esta oportunidad trataremos un personaje de mucha importancia para la historia nacional, regional. Carupanero, protagonista un poco olvidado por su pueblo, el General José Eusebio Acosta (14 de agosto de 1814-25 de abril de 1885). La información que aquí usaremos fue tomada de la biografía escrita por el Doctor Aníbal Dominici y cuyo libro fue impreso en Caracas en 1883 por la empresa de Antero Hermanos. Fue Acosta Gobernador del Gran Estado Bermúdez (Sucre, Monagas, Anzoátegui) fue propuesto como Ministro de Guerra y Marina. Su cuerpo yace enterrado en la Iglesia de Santa Inés de Cumaná el 29 de abril de 1882.

     Esta ciudad, como todas las fundadas por los españoles tiene un diseño reticular, donde la plaza y el templo juegan siempre un papel central, la Iglesia y la Plaza de Santa Rosa son las protagonistas de la nuestra, la calle de La Independencia pasa por el frente viniendo dese El Puerto hasta El Mangle en su zona sur. Otras calles la atraviesan de manera perpendicular en sus casi tres kilómetros. La verdadera esencia pueblerina nuestra está confirmada desde su fundación en Carúpano-arriba en trabajo, lucha, oración y eternidad.

    Entremos en el tema de este artículo

    Después de la muerte del libertador todo se vuelve un caos entrando en un largo conflicto de cinco años conocida como la Guerra Federal (1859-1863) entre conservadores, también llamados “godos” u “oligarcas”, liderados por José Antonio Páez y liberales representados por Antonio Leocadio Guzmán. Las acciones aquí descritas ocurrieron bajo el primero (1870-18779 de los tres mandatos de Guzmán Blanco, cuyo nombre completo era Antonio José Ramón de La Trinidad y María Guzmán Blanco. Describe Aníbal Dominici:

“…Ducharne se había movido de Tunapuisito  con todas sus fuerzas llegando a las 4 am al caserío de Cusma sabido todo esto se ordenó que el coronel Sulpicio a la cabeza de 50 hombres, tomara la vía que conduce a Carúpano-arriba para inspeccionar y dar avisos oportunos sobre las evoluciones que practicase el enemigo…ocupaban ya las alturas que dan al sur de la población.”

    Con cuatrocientos hombres después de dividir sus tropas en un combate acaecido en la población cercana de Cariaquito reorganizándose en las serranías y luego ataco a Carúpano por las montañas bajando por Cusma lo que permitió que en pocas horas los “godos” fueran dueños de casi la mitad de la ciudad. 

“…ocupada  por el enemigo  la altura del Calvario, el General Jefe llevo personalmente 25 hombres los cuales dejo posesionados  en las casa de la calle Raviche de donde hacían seguros tiros sobre el Calvario.”

    Y aquí entra en juego la experiencia del general Acosta para enfrentarse casi cara a cara con un veterano enemigo (guireño) el General Ducharne. El cerro del Calvario está en pleno centro de la ciudad y desde este lugar se tiene dominio visual de todas las calles del centro hasta el mar, me queda la duda si la calle Raviche es la misma calle Güiria que va a dar hasta  Guayacán en la orilla del mar. En esta situación eran los “godos” los dueños de calle De la Independencia.

“Dos horas habrían transcurrido en incansable batallar sin que la victoria se decidiese por ninguno de los combatientes cuando el General Jefe… subieron al cerro de la “Campana”, desde se ordenó que los mencionados jefes ocupasen a viva fuerza las alturas situadas (capturadas) al Sur de la población y cargasen vigorosamente al enemigo, que aún era dueño del Calvario y había logrado ocupar la calle de Raviche la casa balcón del señor Massiani y otras casas más que convenientemente habían aspillerado.”

    A estas alturas de los combates, algunos enfrentamientos eran de hombres contra hombres a machetazos, la gente de Ducharne tenía controlada la ciudad hasta la Iglesia Santa Rosa, como dice el fragmento anterior, se habían adueñado de la casa de los Massiani lo que es hoy la sede del Museo de Carúpano. Cuando señala que las casas habían sido aspirilladas significa que se abrieron en sus paredes ranuras para colocar las armas y disparar desde esos puntos.

    En cuanto al cerro de la Campana debemos preguntarnos si será el mismo que hoy conocemos como ¿el Papelón?

    La contraofensiva se inició cuando tras  la orden de tomar esos puntos a como diera lugar y con “vítores a la federación” se tenía que reconquistar dicho cerro, a la cabeza de esa operación se colocaron los generales José I. Gutiérrez, y Santiago Bastardo Fuentes y los coroneles Pedro Julián Acosta, Sulpicio Gutiérrez y Pedro Guevara, sin embargo esta operación costó la vida al Coronel Manuel S. García. Lograron recapturar también el Calvario con lo que los hombres de Ducharne comenzaron a batirse en retirada dejando atrás un gran número de muertos y heridos.

    El parte de guerra es una triste confirmación de lo que ha vivido Carúpano a lo largo de su historia, el autor continúa haciendo un recuento de los muertos, heridos y prisioneros de ambos bandos así como el parque capturado al enemigo.

    Los caídos del bando de Ducharne señala que fueron los coroneles: Luis González, Juan Cordero, primer comandante Aniceto Villarroel y Aniceto Tineo y los capitanes Cándido Brusco, Luis Mujica, José María Fusco y los soldados abatidos se calculan unos treinta y uno, la lista de prisioneros es  todavía más larga. Era común en esas situaciones que muchas tropas cambiaran de un bando a otro.

    Por la otra partida, la del General Acosta, fallecieron los Coroneles Manuel S. García, Feliz Sierra Martínez, Teniente Manuel Brito y nueve tropas.

     Además pudieron, tomar del enemigo cuatro cajas de pertrechos, treinta y tres fusiles, veinte cananas, cuatro espadas, tres revólveres y varias bestias.

    Cuando uno lee estos informes de guerra logra entender porque todavía hay quien encuentre enterrado en el fondo de una casa antigua o en una montaña cercana armas o elementos y herramientas militares seguro que algunos de quienes leen estas líneas han visto espadas, balas y grillos “de bola y cadena” que la gente atesora en sus viviendas, cuando en verdad son patrimonio de la ciudad y su historia deberían reposar en nuestro Museo resguardados y cuidados como debe ser. En total en esta batalla la cantidad de fallecidos está en el orden de los cincuenta, no se nombran bajas civiles.

    Gracias.


 

Los órganos armónicos extraviados, Iglesia Santa Rosa de Lima Carúpano (Años: 1865, 1879 y 1903)

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