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martes, 6 de octubre de 2020

El Faro del Puerto de Carúpano. Año 1863



 

 

 Con el ajetreo diario, el de ahora y el de siempre, muy poca gente se preocupa  o pone cuidado al paisaje de una ciudad marinera. Así pasa de manera desapercibida la existencia del faro, sobre todo en estos tiempos. Y, quienes lo notan podrán decir que se trata de un poste solitario en un cerro cerca del muelle.

    Visto por poetas y escritores su existencia cambia maravillosamente, forma parte de versos, ensayos, cuentos y novelas, es el guía hermano artificial de las estrellas, el de nosotros fue construido sobre una torre de acero y quizá no es tan vistoso como otros erigidos con piedras y pintado en blanco con cuadros rojos, el nuestro tenía el resplandor de la humildad carupanera.

    Los militares, revolucionarios o afectos a los gobiernos de los siglos XVIII, XIX y XX que protagonizaron encarnizados combates en esta ciudad descubrieron su orientación. Un botín de guerra para conservar o destruir. Este lugar fue conocido por los Caribes, paso de embarcaciones de cabotaje, piratas, contrabandista de sueños, bergantines, fragatas, goletas, flecheras o sencillos tres puños navegaban frente a nuestra costa buscando esa lucecita en tierra firme.

    Orgullo del estamento naval, civil o militar de un puerto al saberlo escrito en cartas navieras del planeta entero, lugar de resguardo en tempestades, punto de orientación de los usuarios del mar, semeja la carta esperada de la amada que señala la comarca exacta del encuentro.

    En todas las cartas marinas, viejas estropeadas arrugadas o por estrenar con la rosa de los vientos y la equis del tesoro dice presente Carúpano, aquí está el puerto con su estrella diminuta en la bruma. Navíos impulsados a vela, vapor o diesel, en este lugar atracaron, fondearon y nos bombardearon, escuadras de variadas formas, tamaños y colores, raras banderas ondearon en su bahía y extraños idiomas se escucharon en sus playas.

    Embarcaciones pesqueras, mercantes y militares han navegado por más de dos siglos frente a esta villa, pueblo y hoy ciudad.

    No es nada fácil “descubrir” cuando se construyó el primer faro y en qué lugar del litoral carupanero se ubicó, encontrar información de sus modificaciones sucesivas hasta la extinción de su luz, es una tarea que se puede llamar entretenida para decir lo menos.

    Así tenemos que las noticias de los primeros faros en las costas venezolanas las conseguimos en un Decreto con fecha 11 de mayo de 1842 para dar inicio a la construcción del “Faro de Punta Brava”, en Puerto Cabello. En la misma disposición se incluye la erección en Los Roques, la entrada del Río Orinoco y uno en la barra del Lago de Maracaibo, pero no se instruye ninguno en Carúpano.

     El nuestro aparece por vez primera en la resolución que cito unas líneas más adelante. En ese año gobernaba el país José Antonio Páez quien fuera sustituido el 15 de junio por Juan Crisóstomo Falcón que fue presidente hasta el 25 de abril de 1868.

He aquí el documento testimonial de aquel momento tomado de: Registro Oficial. Caracas, 3 de enero de 1863, año II. Núm. 75 (p. 667)

    

"Resolución estableciendo un derecho en la Aduana de Carúpano para la construcción de un faro.

Secretaria general. Departamento de Hacienda-sección 2

Caracas, febrero 3 de 1863

  Resuelto- vista la solicitud que dirige al Supremo Gobierno el Administrador de la Aduana de Carúpano exigiendo su libre… resolución imponiendo un derecho a los buques que entren en aquel puerto, bien se ocupen del comercio de cabotaje, bien del extranjero con el objeto de amortizar la suma que ha tomado en calidad de empréstito para la erección del faro colocado en el Cerro de Santa Rosa S.E. el Jefe Supremo ha tenido a bien establecer los siguientes:

Buques del comercio de cabotaje.

Los faluchos pagaran un peso. Balandras o goletas que no excedan de 30 toneladas dos pesos. Buques que excedan de 30 toneladas y no pasen de 100 tres pesos. Buques que pasen de 100 seis pesos.  

Las embarcaciones extranjeras

Los faluchos o embarcaciones menores pagaran dos  pesos. Balandras o goletas que no excedan de 30 toneladas cuatro pesos. Buques que excedan de 30 toneladas y no pasen de 100  siete pesos. Buques que excedan de 100 toneladas 10 pesos

  Estos derechos se satisfarán por el tiempo que sea necesario para la amortización de la suma tomada en calidad de empréstito por el Administrador de dicha Aduana.

Comuníquese a quien corresponda

Por S.E. Rojas" (p. 667)

      La lectura anterior deja suficientemente clara la gran movilización o tráfico marítimo que tenía nuestro puerto por ser un sitio de entrada de pasajeros, de paso de buques a otros destinos y lugar de exportación de la Venezuela agrícola además de esto los pagos aduanales eran generadores de buena cantidad de ingresos a las arcas nacionales. En algunas fotos de la época pueden apreciarse el edificio de la nuestra.

    El historiador carupanero Bartolomé Tavera Acosta nos proporciona la ubicación del faro:

”…a orillas del mar de los Caribes o de las Antillas. Su posición geográfica, calculada sobre la colina de El Faro, a la entrada del puerto, externo norte de la ciudad, es: Latitud, 10º 40’ 20” Norte; Longitud, 63º 14’ 25” Oeste de Greenwich, ó 65º 25’ 3” al Oeste de Paris, ó 3º 41’ 1” al Este de Caracas. Frente a esa serranía se levanta casi paralela otra fila de cerros mucho más elevados. Algunas colinas quedan hacia el Norte, detrás de la calle de la Marina o del Puerto, el cual tiene la de “El Faro” (o sea el collado “Guzmán Blanco”)…” (p. 34)

 

     De la calle La Marina solamente subsiste una cuadra. La colina de la luz sigue estando ahí en Tío Pedro, mutilada por el progreso se niega a caer al mar y continúa sosteniendo uno de los símbolos más hermosos de estos lares el antiguo y deslumbrante faro que para siempre titila en nuestras miradas.

    Saludos y gracias por leerme. Agradezco sus comentarios

 

Bibliografía

“Registro Oficial” Caracas, 3 de enero de 1863, año II. Núm. 75 (p. 667)

Tavera A. B: “Historia de Carúpano” (1969). Caracas-Venezuela, Ministerio de Educación, Dirección General, Departamento de Publicaciones, III Edición, pág. 34

Nota: la foto que acompaña la entrada es de mi propiedad y en ella aperezco siendo joven (año 1977)

 

sábado, 3 de octubre de 2020

Las Playas de Carúpano, Tío Pedro. Siglo XX

 

    Una ciudad como la nuestra, cuya vida se originó y se mantuvo por varios siglos ligada comercial y culturalmente al puerto tiene en sus ríos y playas su lugar de esparcimiento y relax.

    El muelle y sus alrededores eran lugares de movimientos, gritos, susurros y conspiraciones, citas de negocios y de amores, la vida de la ciudad en pocas palabras dependía de su actividad marítima.

    Fue nuestra ciudad un puerto protagónico en la Venezuela de los siglos XIX y XX, lugar de exportación de productos agrícolas, valga recordar: cacao, café, plátanos, caña, madera y tabaco y eventualmente ganado en pie o mineros como azufre. Las casas comerciales ubicadas en ella y en poblaciones cercanas: Cariaco, Rio Caribe y El Pilar que también requerían de insumos necesarios para la construcción de obras civiles públicas y privadas.

    A finales de 1800 y principios de 1900 Carúpano contaba con acueducto, tranvía, primero con tracción animal y luego eléctrica, telégrafo, teleférico desde las minas de azufre de El Pilar a 17 kilómetros de distancia, oficinas navieras y consulares, iglesia, teatro, plazas ornamentadas, escuela y cuartel militar. Además, su puerto estaba dotado con un faro que figuraba en todas las cartas marítimas del mundo naviero de esos años, se estableció de manera casi permanente la comunicación por medio de un cable sub marino hasta la ciudad de Le Havre en Francia., cuando la “Revolución Libertadora” con el General Nicolás Rolando a la cabeza  en su lucha contra Cipriano Castro, lucharon aquí, recuerden la herida de J.V. Gómez, cortaron la línea con la intención de sabotear las comunicaciones. La pesca, fabricación y reparación de embarcaciones, todo esto requería de insumos importados. Las piezas y repuestos para la construcción y mantenimiento de ingenios azucareros y trapiches también entraban por este bello lugar.

    Mucho tiempo después, contemplar esquiando en las tardes a finales de los años sesenta y principios de los setenta al Sr. Eugenio Loubet en la rada del muelle era todo un espectáculo, “el musiuo” o “mesie Lube” lo llamaba la gente. En este mismo fondeadero en todos los carnavales había un día de una regata la partida de los peñeros se iniciaba  de 10 a.m. a 12 m. comenzaban las apuestas, voy a “Cambamberito” yo voy a “La Machaca”. Embarcaciones de toda la costa de Paria se disputaban los premios, dinero y trofeos, con tan solo dos tripulantes, uno en la popa dirigiendo la embarcación y otro marino osado en la proa, daba el contrapeso necesario para evitar el vuelo de estos veloces botes, situación que sin embargo ocurría.

    La gente a pie sobre todo en épocas de calor buscaban lugares frescos donde refugiarse de las fuertes temperaturas que suelen pegar muy duro en ciertas temporadas del año y las playas eran lugares de alivio, por su cercanía y todavía hasta hace algunas décadas la orilla del mar frente al puerto o “la playa del muelle” era una alternativa para mucha gente, Guayacán siempre se prestó más al trabajo y a las faenas marineras y de pesca y poco a la diversión aunque en algunos meses se corren pequeñas olas en una distancia considerable. Pero buscando al este de la ciudad y al lado del rompeolas del muelle con su largo brazo protector se encontraba una pequeña playa llamada Guatipita, prácticamente desaparecida por los movimientos de tierra que se hicieron al ampliar la zona portuaria, comarca de pescadores de amores furtivos en noches oscuras, llena de solitarias y cómplices cuevas.

    Mirando la salida del sol, hacia barlovento, se ubica la playa de Tío Pedro luego le siguen: El Country, Boca de Rio, Lanvasquito y Lanvasque (Bahía de Hernán Vásquez) y La Piedra del Santo.

    Si bien es cierto que al pasar los años con el crecimiento de la ciudad y la construcción de un nuevo muelle, aeropuerto y carreteras todo cambio, el litoral, ese lugar tan especial dejo de ser un sitio de bañistas por cuestiones de contaminación. Surgieron entonces nuevos lugares que se pusieron de moda en temporadas y fines de semana, Playa Güiria con sitios como el Balneario Costa Azul y el Bar de Chano se llenaban de extremo a extremo. Playa Patilla, Puerto Martínez, Los Uveros se colmaron de casas para temporadistas de los estados Monagas y Bolívar.

    Mención aparte tiene Playa Garrapata, le han cambiado el nombre incontables veces sin embargo ese es el original, con la creación en ese lugar del complejo turístico y recreacional de SIDOR, se mantuvo por un tiempo un sitial de honor entre las más concurridas. Una que nunca ha dejado de estar de moda se llama, Copey, con su hermoso y efímero hotel “Playa Copey”, lugar preferido de los surfistas carupaneros, en esto compite con Tío Pedro. Puerto Santo y El Morro, aunque más distantes también fueron lugar de recreación para los carupaneros aunque Playa los Cocos tiene en nosotros un oscuro lunar por un hecho trágico que no viene al caso contar.

    “La playa” como decimos en el barrio sigue siendo lugar de visita de familias enteras debido a su cercanía y calma, entre mediados de noviembre y finales de enero el cuento es otro. Tío Pedro sigue siendo un lugar fácil de visitar, donde la gente se  baña y aprovechan para “sacar guamos, chipichipis y guacucos” y si pueden pescan algo.

    Fue Tío Pedro el lugar en donde aparecieron los primeros y más intrépidos “corredores de olas”, echados sobre tablas con improvisados manubrios de palos de escoba desafiaban las “burras” (olas) hasta de dos metros de altura haciendo maniobras que los deportistas Hawaianos envidiarían. Muchos nadadores veteranos “corrían” en estas marejadas de “pecho” esto es sin la ayuda de nada, solo con sus cuerpos, pero esa es otra historia.

    Lugar de hallazgos extraños, náufragos, ahogados y aventuras de contrabandistas, desembarcos de piratas, filibusteros, corsarios o intentos de invasión de ciudadanos ingleses, alemanes o franceses. Esta playa era nombrada de manera coloquial en las conversaciones y cartas escritas por nuestros libertadores: Gual, Bolívar, Sucre y Bermúdez son buenos ejemplos de esto.

     Algunos de estos temas los he tratado en otros títulos publicados aquí mismo: “Muelle de Carúpano.1816” (28-9-2020), “Vista Panorámica de Carúpano, 1888”, (17-8-2020) y “Los ingleses intentaron tomar Carúpano cuatro veces en 1801” (12-8-2020).

    Los testimonios gráficos del siglo pasado son muy escasos o ya conocidos. Este que pude conseguir a pesar de no estar claro y que fue tomado desde el faro hacia la playa, nos permite observar en el ángulo inferior izquierdo una parte del techo de la caseta desde donde destellaba la luz que sirvió de guía para llegar al puerto y de huida para muchos navegantes que querían evadirlo. Un camino serpentea en dirección a una ribera marina de Tío Pedro abundante en vegetación serófila, del lado derecho se notan algunas viviendas, las montañas por donde hoy pasa la carretera para la costa de Paria no se ve, es una verdadera lastima no tener una fotografía más nítida.

    Gracias por leerme espero sus comentarios.


 

jueves, 1 de octubre de 2020

Carúpano citado en "Las Venas Abiertas de Amèrica Latina". (Año 1971)

 

 

Ubicar una palabra, una línea, un párrafo, un texto, una idea, un nombre, un concepto en un libro o Internet parece fácil pero contextualizarlo darle sentido lleva un tiempo considerable. Corregirlo en su forma y fondo es imprescindible, siempre dentro del estilo propio de quien lo hace. Sobre todo, cuando se trata de temas que muy pocos investigadores manejan. Conseguir el nombre de la ciudad de Carúpano es uno de esos de los que dan trabajo.

     Eso sí apartando la idea de temas históricos donde si es profuso su uso, pero también poco tratado a nivel de redes sociales, escribir de hechos importantes en una, dos o tres páginas para que le lleguen al ciudadano común lleva sus horas. Más aún, cuando no son escritos de carácter académico sin importar su escolarización, edad, oficio del lector, es una tarea que requiere de mucho tiempo y dedicación. Garabatear una historia corta y con palabras sencillas parece muy fácil sin embargo se necesita mucha pasión, sobre todo si el estímulo con el que se cuenta es solo una opinión, a favor o en contra y si las personas la comparten en la Internet  es un orgullo cuando se trata de un escribiente solitario,  unos lique son tomados como “gracias”. En verdad, si uno lo hace con gusto eso ya es suficiente.  

    He guardado en mi memoria: temas, situaciones y experiencias como todos. Pero desde hace un tiempo tenía una deuda con mi pequeña ciudad, por eso escribo sobre los hechos ocurridos en ella, nuevos o pasados y capítulo aparte lo es, aquel hermoso barrio, con sus problemas y todo. Tío Pedro tiene historias pendientes, personajes y situaciones dignas de recordar,  de eso se trata.  

    Regresando al tema del artículo, estaba desvariando como siempre.

    Hace mucho tiempo leí por vez primera a un escritor uruguayo apellidado Galeano y dije este señor nombra a Carúpano en uno de sus libros, autor muy conocido en el ámbito intelectual, académico y estudiantil, destacado por su texto más representativo del mundo literario izquierdista, se trata de Eduardo Galeano quien en su connotada obra “Las Venas Abiertas de América Latina” publicada por la casa editorial Siglo Veintiuno Editores  señala:

 

"Desde 1873, se inauguró en Venezuela una edad del café; el café exigía, como el cacao, tierras de vertientes o valles cálidos. Pese a la irrupción del intruso, el cacao continuó, de todos modos, su expansión, invadiendo los suelos húmedos de Carúpano. Venezuela siguió siendo agrícola, condenada al calvario de las caídas cíclicas de los precios del café y del cacao; ambos productos surtían los capitales que hacían posible la vida parasitaria, puro despilfarro, de sus dueños, sus mercaderes y sus prestamistas. Hasta que, en 1922, el país se convirtió de súbito en un manantial de petróleo" (pág. 145)

 

 

    Desconocemos si Galeano se tomó la molestia de buscar en un mapa donde quedaba Carúpano, quizás no o alguno de sus colaboradores si lo hiciera, pero en verdad es un pequeño orgullo que en un texto tan reconocido en todos los ámbitos señalados antes aparezca nuestro nombre. Eduardo Galeano vivió para ver su obra traducida a más veinte idiomas y claro en todas ellos aparece la palabra “Carúpano”, gracias a este uruguayo.

Gracias por leerme espero sus comentarios.

 Bibliogarfía

Galeano E.: (1982). “Las Venas Abiertas de América Latina”,  Siglo Veintiuno Editores. (pág 145) 

 





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