Urgente, no necesitamos ayuda, somos los náufragos de un navío con una valiosa carga de felicidad, no importan nuestras coordenadas. Lo que disfrutamos mirando desde dentro de esta botella nos hace sentir en otro mundo, es nuestra nave un submarino o a veces un hermoso velero viajero, sin timón, sin rumbo y sin motor, las corrientes y los vientos del mar nos llevan a todas partes, las maravillas que miramos tripulando este bello barco, brillante, encendida e iluminada por las estrellas fugaces, no dejan de impresionarnos. Queremos seguir soñando y rogamos que nunca se afloje el corcho de la garrafa y que jamás choquemos con una montaña de hielo. Esquivamos milagrosamente la quilla de un barco pirata, las balas de un acorazado en fuga y los remos del humilde bote de un pescador playero temiendo que nos mande al fondo del mar. Eludimos anzuelos, anclas y cadenas. Escapamos por agujeros de las redes verdes y azules Hemos esquivado arrecifes de coral no sin antes contemplar sus bellezas, todos aquí estamos asombrados por las tortugas de mil colores, el peinado y despeinado de las algas, miles de caballitos de mar han besado nuestra botella, las estrellas irradian su luz para la tripulación marinera y su capitán a la deriva por los mares del planeta. Sirenas tricolores dejaron de cantar al vernos pasar, nos observaron sorprendidas y algunas hasta sonrieron y nos guiñaron sus ojos. Fuimos por ratos a la superficie y tomamos el sol, nos sumergimos en las noches oscuras de precipicios marinos y descubrimos luces fosforescentes que nos hacían señas. Los delfines y los peces voladores nos guiaron cuando nos perdimos y las gaviotas se posaron a descansar sobre nuestro transparente navío viajero. Salimos ilesos de tormentas y tifones, luego descansamos mecidos por olas tropicales bajo la sombra de algunos cocoteros en arenas blancas sin huellas. Con nuestros catalejos y antigua brújula logramos ubicar y mirar la estrella de Belén. Si encuentran esta botella y leen este mensaje aseguren bien el tapón de corcho y sin temor arrójenla al mar que queremos seguir viajando.
Este cuento va dirigido a los niños y no tan niños, especialmente a mi nieta Miranda, mi nieto José Cordero Arrocha y a mi hijo menor Diego, como regalo de navidad.
Los quiero a todos saludos
Moisés Arrocha González. Carúpano 24 de diciembre de 2020
Sublime y hermoso!!los niños dentro de un cristal logran apreciar las maravillas del mundo sin prejuicios, sólo con ojos de amor
ResponderEliminar