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domingo, 12 de septiembre de 2021

El indio realista Macario Martínez, Carúpano. Año 1820

 

 


Conocedor de todas las montañas cercanas a Carúpano, el indio Macario Martínez fue el azote de los patriotas en toda la región, Bartolomé Tavera Acosta (1865-1931), nuestro historiador y paisano descubrió para nosotros su semblante, sus hazañas y su trágico final. “Historia de Carúpano” editada por primera vez en el año 1930 y con total de 364 páginas es la obra que seleccione para comentar esta entrada y es la investigación más detallada que se tiene sobre Macario Martínez.

     Me lo imagino cargando con sus seguidores, una pistola o un fusil de metro y medio y de unos seis kilogramos de peso, este tipo de armas se cargaban con pólvora negra que al disparar dejaban un rastro de humo que cubría un amplio espacio. Un disparo de esas armas salía para cualquier lado no era una cuestión de puntería sino de suerte para dar en el blanco. Por lo cual era usual dispararle a un grupo de soldados y ni a uno en particular, cuando se trataba de atacar a un solo enemigo era más oportuno usar un cuchillo o un sable, hombre resuelto el indio Macario. Tenían que ser estos soldados de ambos bandos personajes sin sentimientos a la hora del combate. Cuando debían usar una bayoneta, tosca de poco filo y mucho peso que debían clavar varias veces a sus oponentes se ponían en evidencia que eran gente de sangre fría.   

     Con sus combatientes entre los riscos y las sierras, quizás montados en los árboles, estos ágiles y escurridizos combatientes carupaneros partidarios del rey de España aparecían y desaparecían.  

     Hombre de a pie o cabalgando en bestias por caminos llenos de tunas y cardones, con frío o calor hirviente, con lluvia o sequía,  Macario aparecía con su gente, disparaba, tomaba un lugar y desaparecía por los caminos de Paria. Héroe realista olvidado por la historia si no fuera por Bartolomé Tavera Acosta. Él disfrutaba atacando a todos los alzados contra España, se dio el lujo de preocupar a los más importantes generales patriotas, incluyendo a Bolívar. De sus características físicas se dice poco y al parecer era pariente de Isidro Barradas, quien era sobrino de Francisco de Miranda que vivió en Carúpano, a continuación escribió:

 “Así como entre los que siguieron las bandera del rey se contaron a los Barradas y Martínez, los Barradas y González, los Ordosgoiti, los González, los Guánchez, los Domínguez, los Ibarreneta, los Quijada, los Barrio-nuevo, los Ocampo y señaladamente el famoso indio Macario Martínez, carupanero muy afecto a los Barradas y Martínez” (p.100)

   

     En uno de mis anteriores artículos titulado; “Sobrino de Francisco De Miranda vivió en Carúpano. Año 1791”, había señalado la presencia de la familia Barrada Miranda aquí en nuestra ciudad portuaria. Leyendo a Tavera Acosta resulto que existe un  vínculo de esta familia con el indio Macario Martinez aunque nunca ha sido totalmente aclarado totalmente.

    Describe Tavera Acosta en su estilo muy peculiar, uno de los tantos ataques, tomas y avanzadas que  Macario llevo a acabo en  Carúpano, veamos:

 

“Poco despues de haber pasado Bermudez por Carúpano, sufre la poblacion un asalto de Macario Martinez y de su segundo Francisco Quijada. Defienden la plaza el comandante Bernardo Olivier Marcano, que es el jefe militar, y los oficiales Jerónimo Salazar Vetancourt y Luis Alcal,a quienes sostienen las baterias del puerto. Los asaltantes acometen sobre el cuartel y sobre las mencionadas fortificaciones, pero quedan derrotados. Salazar resulta herido. Martínez y Quijada corren a las serranias de Cusma y Chipichipi y no son perseguidos. Tras breves dias trascurridos volveran atacar y ocupar la población, en donde capturan a Salazar, todavía curándose la herida que antes recibiera. A poco abandonan la plaza y así mantienen en constante alarma a los moradores, hasta la entrada en Carúpano del terrible coronel Morales”. (p.129)

    

     Aclaremos dos conceptos antes de continuar; cuando se habla de plaza y cuando de batería, la primera palabra se usa como sinónimo de lugar a conquistar y la segunda a un grupo o conjunto de cañones.

     Poseía Macario buena información de “espías” en la ciudad que le notificaban de todo lo que pasaba, lo que le ayudaba a atacar y retirarse con rapidez, teniendo ventaja sobre nuestros héroes patriotas, se internaba por Cusma o Chipichipe y aparecía por San José o Cariaquito. Tiempos después insistía, surgía sorpresivamente por el cerro de El Calvario, Curacho, El Tigre o la bahía de Tío Pedro incomodando y manteniendo en jaque a la población, además de comprometer constantemente a los comandantes del puerto.     

     Para colmo de nuestros generales Macario contaba con el apoyo casi unánime de los habitantes de Carúpano-Arriba, lugar donde se fundo la ciudad el 23 de diciembre de 1647. En este mismo lugar fue donde se decreto la libertad de los esclavos el día 2 de junio de 1816.

      En pocas palabras, este “guerrillero realista” se manejaba a su antojo por aquellos lares. La molestia del general Bolívar fue tan grande como que al ver que los habitantes del lugar no aceptaban la libertad y tampoco querían servir a la causa republicana, el 21 de junio del año 1816 dicto el siguiente decreto:

 

“ Art. 1.- Por la última vez se invita a los habitantes de Carúpano-Arriba, para que se restituyan a sus casas, presentándose en este Cuartel General dentro del término preciso de veinticuatro horas, que se darán por cumplidas mañana a las dos de la tarde.

Art. 2 – El cortijo o guarida de Carupano-Arriba será quemado y destruido absolutamente, con cuanto pertenezca a sus habitantes, dos horas despues de haberse cumplidoel término que se señala, sin que jamas pueda ser reedificado, si no cumplieren con el tenor de este decreto” (p.158)

    

      Señala Tavera Acosta que no le hicieron caso al decreto y tampoco existen pruebas de que el poblado haya sido quemado, salia nuevamente victorioso Macario. Los habitantes se refugiaron en Maturincito, Buena Vista, aparte de Cusma, Chipichipi y otros poblados de las montañas cercanas en done lo conocían bien. Se dice que Mariño arribo a Carúpano para pacificarlo objetivo que no logro por completo porque nuevamente Macario escapaba con vida, continuemos con la narración de nuestro historiador:

“Un día, de los primeros del mes de junio, se resuelve a atacar a los patriotas. Así lo efectúa, pero con tan mala suerte, que hasta con dos heridas sale con la derrota que le infligen. A poco se rehace y vuelve a embestir. Los patriotas que han agotado las municiones, se retiran, y Macario, herido, se adueña de la plaza. Deja a su segundo, Quijada, encargado del mando militar y se embarca para Trinidad a curarse y comprar pertrechos con que continuar la guerra en mejores condiciones” (p. 168)

   

 No se tiene información de la magnitud de las heridas del “guerrillero realista”, tampoco cuanto tiempo duró su ausencia cubierta por Quijada. Lo cierto es que al poco tiempo estaba nuevamente merodeando la plaza, seguimos comentando: “Hallace Canterac todavía en Carúpano al regreso de Macario. El jefe español le proporciona armas y pertrechos …”. (p169)

    

     Unas lineas mas adelante vamos a recordarles quien es Canterac, continuamos:

” Canterac hace reparar las baterías del puerto, destruidas  el año anterior de orden de Bolívar, a fin de dejárselas utilisables al brigadier Cires. Asimismo dispone la construcción de un fortín en la cumbre del cerro que se encuentra a sotavento del puerto, que se conoce como La Vigia” (p. 170)  

 

     Canterac, cuyo nombre completo era José de Canterac fue nada más y nada menos a quien le toco firmar la capitulación del imperio español en Ayacucho en  el año 1824 con la cual terminaba el dominio imperial sobre parte importante de la América del Sur. El otro personaje nombrado en la cita es el coronel realista Tomás de Cires gobernador de la provincia de Cumana. Con todos estos importantes personajes históricos se relaciono el protagonista de este artículo, el indio Macario Marínez.

      Las dos últimas líneas de la cita anterior no deben dejar de comentarse, se ordena la construcción de un fortín en la cima de la montaña La Vigía lugar que hasta el sol de hoy ocupa un lugar con una vista absolutamente privilegiada sobre la ciudad y el mar Caribe, protagonista altanera y silenciosa de más batallas por venir a lo largo de los años.

“Carbonell y Guánchez entregan la plaza a los patriotas carupaneros el 25 de noviembre de 1820. Así Fuentes la de Cariaco. Ese día “cayo en poder de los independientes el Castillo de la Muerte, último asilo de los godos en Carúpano: el 26 quedó prisionera la guarnición de Río Caribe, y al finalizar el mes estaba libre de enemigos toda la cordillera hasta Güiria”. Desde entonces dejan de flamear para siempre a título de jurisdicción sobre los muros de Carúpano, las gloriosas banderas de Castilla" (p. 193)

   

 ¿Pero a que ustedes no se imaginan quién se negó a rendirse así nada más? El indio Macario Martínez, el “irreductible” como lo llamo Bartolomé Tavera Acosta. Al final y después de tanto batallar, no sabemos si por voluntad propia o por engaño aparece Macario. Veamos otra pequeña cita, ya estamos por terminar:

“Sólo queda en armas con unos pocos hombres en la serranías de Cusma y Chipichipi, el irreductible Macario Martínez, manteniendo en constante alarma a la población. Las autoridades envían sobre él varias comisiones sin alcanzar ninguna de ellas la captura del último venezolano que sostiene el pendón del Rey en la región carupanera. Finalmente, el Comandante Militar ordena marcharse el oficial Antonio Salcedo con una compañía e instrucciones de arrasar a todo trance con Macario y con cuantos con él se hallen, si no aceptan salvoconducto y las garantías que se les ofrecen. Salcedo marcha y logra el mejor éxito. Macario se entrega y viene a Carúpano; pero al llegar queda reducido a la cárcel” (p. 193)

 

     El historiador dice “aparece Macario” y nos preguntamos ¿acaso rendido? ¿engañado? ¿delatado? Hemos llegado al final del héroe realista carupanero, personaje olvidado de no ser por Tavera Acosta. Con esta última cita terminamos:

“Hallase a la sazón en el puerto una goleta de guerra al mando del Comandante José María García. Las autoridades de Carúpano lo embarcan para La Guaira. Abordo lo encadenan y ya en viaje, entre Carúpano y Margarita, es fusilado en la proa de la goleta y arrojado al mar su cadáver con grillos y todo. Así cayó el leal y valeroso indígena carupanero, después de haber combatido tesoneramente bajo las banderas realistas” (p. 194)

    

     Triste final para quien combatió ante tantos hombres importantes de nuestra historia latinoamericana, nacional y local. Había para ese momento en el puerto, dice Tavera Acosta, una goleta, ni sabemos su nombre, ni su envergadura, si era de dos mástiles o más, no tenemos algún dato que nos permita identificarla. En 1821 José María García comandaba una goleta de nombre “Diana” pero no quiere decir que fuese en ella donde se le dio muerte a Macario en la proa (parte delantera de una embarcación). ¿Quién dio la orden de asesinarlo y arrojar su cuerpo al mar? ¿Qué sucedió con sus compañeros de armas?, ¿Corrieron igual suerte?, ¿Por qué los historiadores no nombran a Macario? ¿Acaso por sus raíces indígenas?    

Bibliografía

Tavera Acosta, B. (1969) Historia de Carúpano. Imprenta Ministerio de Educación, Caracas.

 

 


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